El drama de la peatonalización de la séptima

julio 14, 2022


Comerciantes de la carrera séptima dicen que al contratista de la peatonalización, Peatones Go, se le acabó la plata. Saldo? 20 meses de retraso de la obra y atracos a diario.

Por: Felipe Pineda Ruiz

Nos vendieron la séptima peatonal como una emulación de Berlín. Lo que terminamos viendo fue que esto se convirtió en Afganistán”, dice don Pedro, uno de los pintores tradicionalmente ubicados en el primer piso de la Empresa de Teléfonos de Bogotá (ETB).

 

No es una exageración: el drama del contrato de la séptima peatonal parece no tener fin. Firmado en febrero de 2015, durante la administración de Gustavo Petro (ver copia), la obra contempla más de 33.000 metros cuadrados de espacio público y 1.1 kilómetros de cicloruta, en un corredor que limita el tránsito rápido de las bicicletas.

 

El presente artículo tiene como eje central la fase 2 de la obra, comprendida entre la Avenida Jiménez y la Calle 24. La fase 1, entre la Plaza de Bolívar y la Avenida Jiménez, fue terminada a finales de 2015.

 

Entre comienzos de 2016, y agosto de 2017, la obra estuvo detenida debido al incumplimiento del contratista, Peatones Go, quien en la actualidad aduce problemas financieros que le impiden terminar la intervención. Parece que la obra se esfuma vertiginosamente, como la discreta gestión de Peñalosa en las encuestas.

 

Lo que en principio pensaba ser mostrado como el paradigma de la renovación urbana del centro, ha terminado convertido en un elefante blanco que desplomó los ingresos de los comerciantes del sector, como se desprende de la encuesta de percepción de inseguridad, realizada por Fenalco en 2017.

 

Para complejizar todavía más el problema, en las últimas semanas la maquinaria, junto con los obreros, han desaparecido. Vecinos y comerciantes alertan desde ya sobre un posible abandono de la intervención, por parte del contratista. La ciudadanía exige planes de acción contingentes, y efectivos, para que los $34.382 millones de pesos que costó la obra no se pierdan.

 

De la promesa de una céntrica séptima sin parque automotor, colmada de cafés al aire libre, desbordada de actividades culturales y evocaciones parisinas, mutamos a la séptima tomada por la indigencia y las ventas ambulantes desreguladas. En lugar de sentirnos arropados, por el aire del frío paramuno y la calidez de otras personas, pasamos a temerle a la noche, y a los ladrones que aparecen súbitamente en la polisombra.


 


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